por antoniov
Desde hace algunos años, con el aumento de la popularidad de la responsabilidad social de la empresa y los innumerables expertos, consultores y autores que se suman al movimiento a diario, tenía la sospecha de que estábamos recalentando la sopa. Que todos repetimos lo mismo con variaciones en el orden de las palabras y con poco valor agregado.
Ahora me ha llegado la confirmación en la forma de un libro, que acabo de encontrar, titulado “The Social Responsibilities of the Businessman” escrito por Howard R. Bowen, comenzado como proyecto de investigación en 1949 y publicado en 1953, hace casi seis décadas. Cuando se publicó el libro la gran mayoría de los lectores de este artículo no habían nacido (yo sí). Salió a la luz cuando se usaban las maquinas de escribir (la gran mayoría manuales), la información se distribuía de forma impresa, en originales, y los libros se encontraban en la biblioteca, no en línea. Empezaban a usarse las fotocopias en grandes empresas en países desarrollados. Hacía apenas 8 años que había terminado la Segunda Guerra Mundial. Franco gobernaba en España desde hacía 14 años y lo haría por 22 años más. Tomaban posesión Eisenhower en Estados Unidos y Tito en Yugoeslavia, coronaban a la Reina Isabel II. Perón propugnaba la unión de Chile y Argentina como núcleo de los Estados Unidos de Hispanoamérica. Se publicaba el primer número de Playboy y la primera novela sobre James Bond y nacía Bill Gates. Pero faltaban casi 30 años para la popularización del PC, casi 40 años para la diseminación de internet y 45 años antes de que pudiéramos buscar con Google (y todo esto lo encontré con Google).
Y cuando Google logre digitalizar los libros que ya no se imprimen y con derechos vencidos, podremos acceder a más material y acceder fácilmente a libros como este. Mientras tanto la única forma de leerlos es buscarlos en la biblioteca tradicional, si es que los tienen (la biblioteca del BID me lo encontró en la biblioteca de la Universidad de Atlanta). Después de que se ponga a disposición del público la vasta colección de libros y artículos sobre RSE veremos que a lo mejor no hemos progresado mucho, a lo mejor hemos retrocedido y lo que ha avanzado con la globalización y las presiones competitivas es el interés egoísta.
Nótese que el autor habla de “businessman”, “hombre de negocios” (sin connotación machista, ¡era 1953!) y no se refiere a la responsabilidad de la empresa. Sin entrar en la discusión de que si la responsabilidad es de la persona individual o de la persona jurídica, lo cierto es que quienes implementan las acciones son las personas, aunque en el contexto de una institucionalidad empresarial. Esta institucionalidad puede ser conducente o contraproducente para el ejercicio de la responsabilidad, pero en cualquier caso ha sido diseñada por las personas. El autor estaba en lo cierto al dirigirse a los “hombres de negocio”, que llamaremos empresarios, aunque puede que sean solo gestores.
Ya en 1953 Bowen decía cosas como “Las decisiones del empresario lo afectan no solamente a él, sus accionistas y sus trabajadores o sus clientes, afectan las vidas y destinos de todos nosotros”. Y ahora nos parece que lo de “stakeholders” o partes interesadas es algo nuevo.
“Cuando se reconocen al amplio alcance y las consecuencias de de las decisiones de la empresa privada surgen, naturalmente, algunas preguntas: ¿Están los empresarios, en virtud de su posición estratégica y su amplio poder de decisión obligados a considerar las consecuencias sociales de sus decisiones de negocios? Y si es así, ¿tienen responsabilidades sociales que trascienden sus obligaciones ante los dueños o accionistas?. La respuesta a ambas preguntas es claramente positiva” Y estas son las mismas preguntas que todavía nos hacemos 60 años después, con la misma respuesta.
“Los empresarios están condicionados por la competencia, las costumbres y las leyes. Sin embargo, nosotros dependemos y debemos depender de que asuman una gran parte de responsabilidad si el sistema de libre empresa debe continuar y prosperar. Aun cuando hay amplio acuerdo en esto, hay menos consenso ……… sobre cuáles son las responsabilidades sociales que los empresarios deben asumir” ……………. “Las respuestas dependen en gran parte del conocimiento técnico, económico y social que todavía no es adecuado ……y de los valores fundamentales u objetivos que nos ponemos en el orden económico, político y social” (Ver un artículo anterior en este blog sobre esto: “La RSE es la RSE y su circunstancia”) ….……… ”La inmensa libertad en la toma de decisiones empresariales que caracteriza el sistema de la libre empresa solo puede ser justificado si es bueno no solo para los accionistas y dueños sino también es bueno para la sociedad como un todo”.
¿Ha leído Usted esto en alguna publicación u oído en una conferencia reciente?
Y esto es solo un ejemplo. No soy historiador de la RSE y solo me estoy refiriendo a un libro completo publicado sobre el tema. Estoy seguro que se hablaba de prácticas responsables desde hace mucho tiempo. De hecho, el Viejo Testamento recoge una de estas instancias de prácticas responsables, aunque no fueran de empresas propiamente constituidas (pero que podríamos llamar una “empresa familiar”): “Cuando llegue el tiempo de la cosecha, no sieguen hasta el último rincón de sus campos ni recojan todas las espigas que allí queden. No rebusquen hasta el último racimo de sus viñas, ni recojan las uvas que se hayan caído. Déjenlas para los pobres y los forasteros.” (Lev. 19: 9-10).
Antes se llamaba solidaridad. Ahora se llama “negocios inclusivos”, porque ahora los dueños suponen que los “pobres y los forasteros”, o sea “la base de la pirámide”, puedan ser clientes o trabajadores potenciales del campo y de la viña.
Este repaso a la historia no quiere decir que no haya habido progreso en la responsabilidad social de la empresa. Aun cuando los conceptos básicos son los mismos, ha habido progreso. Se han desarrollado metodologías de análisis del comportamiento empresarial, de la efectividad de algunas prácticas, de los sistemas de información y por ende de los procesos de reporte. Se han desarrollado instituciones de seguimiento y control y algunas partes interesadas ejercen su responsabilidad en exigir prácticas responsables a las empresas. Se ha avanzado en la definición de políticas públicas. Se han desarrollado indicadores para “medir” las prácticas responsables y hasta tendremos una norma de la ISO (¡no certificable!) sobre lo que debe ser la responsabilidad social de las instituciones, incluidas las empresas.
Pero también se ha desarrollado la confusión con nombres sin fin (como mencionábamos en un artículo anterior), con teorías académicas con mayor o menor implicación práctica y se han desarrollado mucho las estrategias empresariales para parecerlo y no serlo.
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