Por: Helios Herrera*
CIUDAD DE MÉXICO — "¡Mamá... yo no quería desayunar eso!", "Mi amor, te agradezco enormemente el esfuerzo, pero no es la corbata que necesitaba", "El proyecto y la presentación te quedaron perfectos, felicidades... pero con un boceto en sucio era suficiente. Realmente se trataba tan sólo de un anteproyecto y perdiste muchas horas productivas a lo tonto".
¿Te ha sucedido?
Hay muy pocas cosas más frustrantes que hacer un trabajo, hacerlo bien, hacerlo muy bien y que de todas maneras no sirva para nada. Ante un "excelente-inútil-trabajo", la persona que lo realiza no sólo no recibe reconocimiento positivo, sino que encima, queda como ineficiente a pesar de haber dado su máximo esfuerzo y haber hecho realmente, un trabajo de excelencia.
Y es que hay miles de veces que hacemos las cosas correctamente, pero no hacemos las cosas correctas.
La mayoría de los problemas de integración, trabajo en equipo y cohesión de un área de trabajo (y me atrevería a decir también de una familia y/o matrimonio) obedecen a faltas en la comunicación básica, en la cotidiana.
El interlocutor tiene una expectativa en la mente que no alcanza a manifestar, o peor aún, que espera sea descubierta y satisfecha "mágicamente" por la otra persona.
Puede ir desde el típico y elemental ¿por qué no le dices tú que él te gusta? y ¿con azúcar su café y con cuántas? hasta el mucho más profundo: "En este proyecto gastamos 17% de costo innecesario sólo por esta decisión que no aporta nada al objetivo"
Un buen amigo y colega, Rafael Ayala, lo dice así: Los problemas entre las personas no obedecen a malas intenciones, sino a deficientes formas de comunicar al otro lo que uno tiene en la cabeza.
No nos atrevemos a preguntar con exactitud cuáles son las expectativas del otro por temor a pasar por tontos, incultos o poco preparados, aunque a la entrega de resultados y después de un excelente trabajo, quedamos como ineptos de excelencia ya que el resultado que se buscaba no es el que ofrecimos. Así es que, en vez de adivinar... ¡pregunta!
Preguntar no te hace menos inteligente, simplemente te ayuda a llegar más pronto.
Piensa, reflexiona y actúa...
CIUDAD DE MÉXICO — "¡Mamá... yo no quería desayunar eso!", "Mi amor, te agradezco enormemente el esfuerzo, pero no es la corbata que necesitaba", "El proyecto y la presentación te quedaron perfectos, felicidades... pero con un boceto en sucio era suficiente. Realmente se trataba tan sólo de un anteproyecto y perdiste muchas horas productivas a lo tonto".
¿Te ha sucedido?
Hay muy pocas cosas más frustrantes que hacer un trabajo, hacerlo bien, hacerlo muy bien y que de todas maneras no sirva para nada. Ante un "excelente-inútil-trabajo", la persona que lo realiza no sólo no recibe reconocimiento positivo, sino que encima, queda como ineficiente a pesar de haber dado su máximo esfuerzo y haber hecho realmente, un trabajo de excelencia.
Y es que hay miles de veces que hacemos las cosas correctamente, pero no hacemos las cosas correctas.
La mayoría de los problemas de integración, trabajo en equipo y cohesión de un área de trabajo (y me atrevería a decir también de una familia y/o matrimonio) obedecen a faltas en la comunicación básica, en la cotidiana.
El interlocutor tiene una expectativa en la mente que no alcanza a manifestar, o peor aún, que espera sea descubierta y satisfecha "mágicamente" por la otra persona.
Puede ir desde el típico y elemental ¿por qué no le dices tú que él te gusta? y ¿con azúcar su café y con cuántas? hasta el mucho más profundo: "En este proyecto gastamos 17% de costo innecesario sólo por esta decisión que no aporta nada al objetivo"
Un buen amigo y colega, Rafael Ayala, lo dice así: Los problemas entre las personas no obedecen a malas intenciones, sino a deficientes formas de comunicar al otro lo que uno tiene en la cabeza.
No nos atrevemos a preguntar con exactitud cuáles son las expectativas del otro por temor a pasar por tontos, incultos o poco preparados, aunque a la entrega de resultados y después de un excelente trabajo, quedamos como ineptos de excelencia ya que el resultado que se buscaba no es el que ofrecimos. Así es que, en vez de adivinar... ¡pregunta!
Preguntar no te hace menos inteligente, simplemente te ayuda a llegar más pronto.
Piensa, reflexiona y actúa...
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