Antes de poner el primer ladrillo, la arquitectura bioclimática ha de tener construido un difícil puzzle. El desafío es armar un rompecabezas intentando acercarnos a esa autousuficiencia de impacto cero, en el que encajen un sinfín de piezas de una u otra forma, pero consiguiendo un todo armónico, desde la misma elección del terreno hasta la orientación, los materiales empleados o, por ejemplo, la obtención de energías limpias.
El objetivo es lograr un confort eco-amigable, esa habitabilidad que genera bienestar, siempre minimizando la huella de carbono y todo tipo de impacto ambiental, para que nada tenga que envidiar a estilos de vida basados en el despilfarro energético. No en vano, a la hora de diseñar una casa la eficiencia energética es un aspecto clave, si bien la arquitectura bioclimática es mucho más que eso.
Además de buscar la combinación ideal de fuentes de energía verdes y convencionales para ahorrar energía y también recursos hídricos, las casas bioclimáticas son diseño inteligente para ganar en eficiencia, creatividad, estar aislada en su justa medida y buscar el confort durante todo el año.
A continuación os proponemos 10 claves para el diseño de una vivienda bioclimática, que deberán cumplirse en la medida de lo posible:
1. La orientación: El objetivo es aprovechar el sol al máximo en invierno y reducir su impacto negativo en invierno, si bien los beneficios dependerán del tipo de clima. Para este fin, tanto la fachada como el máximo posible de ventanas se orientarán al sur (sur-suroeste y sur-sureste), teniendo en cuenta que la orientación oeste es la más desaconsejada.
2. Materiales: Además de elegir materiales ecológicos (de bajo impacto ambiental y no tóxicos) por su misma naturaleza, por estar reciclados o por tener una baja huella de carbono gracias a su cercanía, evitando emisiones por transporte, la casa bioclimática también es una vivienda pasiva. Ello significa que se aprovechan elementos constructivos como las ventanas, invernaderos, muros, cerramientos móviles o tejados para crear sistemas solares pasivos y, en general, con el fin de lograr un ahorro energético y confort ambiental.
3. Forma: Como toda su arquitectura, la casa bioclimática ha de tener la forma que se adapte al entorno natural y, en suma, que resulte conveniente para maximizar esa eficiencia energética y autosuficiencia a la que hay que tender.
Lo habitual es que tengan una forma compacta y regular para conservar mejor la energía, pues la forma de una casa determina en gran medida el consumo de energía. Entre otros elementos, la altura es determinante para conseguir una mayor ventilación, y también son importantes la forma del tejado o el diseño para la captación solar.
4. Energías limpias: La energía solar permite climatizar la casa de forma directa (sistemas pasivos) o a través de paneles o tejas solares, si bien suele buscarse la combinación idónea en función de cada caso, por lo que las opciones son muchas, como la energía eólica o la geotermal, pongamos por caso.
5. Aislamiento: Uso estratégico de la masa térmica para evitar los cambios bruscos de temperatura, que puede obtenerse con la colocación estratégica de lo smuros, y del mismo modo, también lo dificulta el aislamiento térmico. Aún así, la ventilación es importante. Se recomienda el doble acristalado y los cerramientos móviles, que pueden ser desde cortinas hasta persianas o contraventanas.
6. Ventilación: No sólo por cuestión de salubridad, sino para mejorar la conservación de las temperaturas en invierno y en verano. Una ventilación estratégica combinando sus tres tipos, la natural, convectiva y convectiva en desván, es clave para climatizar la vivienda y, a su vez, para conservar las temperaturas agradables dentro de casa, evitando o minimizando las pérdidas.
7. Ventanas: En las regiones calientes, se aconseja multiplicar el número de ventajas para conseguir luz natural y ventilación, pero al mismo tiempo éstas han de incluir protecciones. Serán más eficaces las exteriores que las interiores para evitar el paso del calor y, en general, la fachada ha de jugar con distintos elementos, como balcones, tamaño de las ventanas, número, ubicación e inclinación, por ejemplo, además de complementarlos con la cercanía de árboles de hoja permanente o caduca o con paredes y tejados verdes, según convenga.
8. Jardín: Ya sean jardines verticales, cubiertas verdes o plantas ornamentales, huerto orgánico y/o árboles, su elección y diseño ha de encajar con la concepción general de la vivienda. Un buen diseño podría priorizar las especies en función de su adaptabilidad al entorno (las plantas autóctonas suelen ser más fáciles de cuidar y sería interesante plantar especies en extinción), de su necesidad de riego, durabilidad y creación de un pequeño ecosistema que atraiga biodiversidad. También es fundamental la disposición de los elementos y la cercanía de la fachada, tanto para bien como para mal.
9. Agua: El ahorro de agua tiene que ver con las necesidades y buenas prácticas, qué duda cabe, pero al mismo tiempo es esencial recurrir a sistemas de almacenamiento de agua, como los barriles de agua que se instalan en el jardín, y que recogen el agua de las bajantes o los depósitos flexibles que almacenan agua.
10. Habitabilidad: Puesto que las casas son para vivirlas, y una casa bioclimática precisa de una actitud comprometida con el medio ambiente para poder serlo realmente, el diseño ha de ayudar a ello. Conocer las costumbres y modo de vida de sus futuros habitantes puede hacer una gran diferencia en este sentido, si bien siempre será necesaria una buena actitud. De otro modo, en buena medida, el trabajo arquitectónico habrá sido en vano.
Crédito Fotos: Ruiz Larrea y asociados
Via: Ecología Verde
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