martes, 21 de febrero de 2012

“¿Por qué se van los buenos empleados?”

Hace varias semanas dictamos un Taller de fortalecimiento de aspectos humanos para el personal de una prestigiosa franquicia venezolana, el Taller fue direccionado, como es nuestra recomendación y praxis, al desarrollo intrínseco de la persona, ya que consideramos que es fundamental fortalecer el ego de las personas, antes de brindar herramientas técnicas para lograr el desarrollo de la actividad social de cualquier empresa.

Lo cierto del caso es que, una vez concluido este taller, el feed back de los participantes fue realmente extraordinario, sobre todo con los empleados, verdaderamente salieron muy motivados.

Lo realmente sorprendente, fue el hecho que al día siguiente recibimos de parte de un dueño de franquicia una crítica, que para él resultaba alarmante, para mí, la crítica no era razón de alarma ya que este tipo de observaciones en nuestro trabajo son comunes.

La supuesta crítica alarmante fue que: Para él y sus supervisores el Taller que nosotros les dimos, fue una tribuna para sublevar o incitar a los empleados a querer irse de su franquicia para intentar montar una propia.

Ante esta observación, no me quedó más remedio que volver a exponer ciertos aspectos que comparto con ustedes para que entendamos que en la administración del capital humano no existe nada absoluto.

Para entender el ¿Por qué se van los buenos empleados? primero debemos hacer un paseo a los antecedentes históricos, ya que en esta evolución hemos pasado de la Era Industrial a la Era del Conocimiento, y recordar, que antes, la ventaja competitiva de toda empresa consistía en el capital, la tierra y los insumos, ahora la ventaja se centra meramente en el intelecto de las personas que laboran en la empresa. Son precisamente estas personas las que obtienen y desarrollan el conocimiento del cual dependen las empresas para mantenerse exitosas y adaptables ante el entorno y necesidades siempre cambiantes.

Todos hemos sido empleados y hemos pasado por todas las fases naturales de este proceso, comenzando con la parte más alegre: “La iniciación”.

Es aquí donde nos sentimos motivados por nuestro nuevo empleo donde, en ocasiones, no planeamos permanecer por mucho tiempo, sin embargo, en algún momento las cosas cambian. Esta etapa suele durar aproximadamente de 6 a 12 meses.

Después del primer año, viene “La adaptación”: En esta etapa ya sabemos si el trabajo y la empresa nos agrada y si nos desempeñamos bien ahí.

Comenzamos a planear nuestra carrera dentro de la empresa y trabajamos con más seriedad, buscando escalar. Con el paso del tiempo vamos teniendo más responsabilidades y todo parece marchar bien, al menos con regularidad, nos acostumbramos a la rutina diaria y comenzamos a notar que algunos de nuestros compañeros han sido promovidos o que han encontrado un mejor empleo en otro lugar, y es aquí donde después de un buen tiempo todos hemos caído en la etapa del “Agotamiento”, aburrimiento o descontento, nuestra productividad y chispa disminuyen, hasta que decidimos que es momento de abandonar la empresa.

Pero, ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo podemos lograr que nuestros empleados permanezcan contentos y leales a la empresa u organización?

Para responder a estas interrogantes primero debemos responder las siguientes preguntas:

¿Por qué se quedan?

Las razones principales por las cuales un empleado permanece en una empresa son: porque se identifica a sí mismo con las actividades que esta realiza, disfruta lo que hace, se siente con la capacidad y el apoyo por parte de su gerente para desarrollarse en ese lugar.

¿Por qué se van?

La mayoría de las veces el empleado abandona la empresa sin saber realmente la razón de su descontento, se va sin conocer las oportunidades de crecimiento que podía brindarle la empresa y lo que es peor aún, ingresará a una nueva empresa sin saber que fue aquello que no le gustaría experimentar de nuevo, cayendo en el mismo error una y otra vez.

Ante estos escenarios muy reiterativos y comunes, no me resta más que aclarar que todos los seres humanos por naturaleza tenemos el deseo y la ambición de tener desarrollo y mejores oportunidades.

Lo que me resta es brindar algunos consejos, que aplicados en forma correcta y sincera podrían lograr que los buenos empleados se queden:

  1. Confíe en su equipo. Delegue responsabilidades, demuestre que valora lo que hacen. Esto les permite aprender de errores y desempeñarse mejor, mientras que usted se libera de una parte de la carga de trabajo y puede enfocarse más en las cuestiones motivacionales.
  2. Entable relaciones. Todos los días dedique tiempo a los empleados, valórelos también como personas. Averigüe que es lo que les gusta, cuáles son sus intereses, que disfrutan hacer, etc.
  3. Dé las gracias. Demuestre aprecio y gratitud hacia las contribuciones que realizan los colaboradores, este pequeño gesto tendrá un efecto muy positivo en ellos.
  4. Ofrezca beneficios y sueldos competitivos. En la medida que su negocio vaya en crecimiento, busque la oportunidad de beneficiar económicamente a sus empleados de acuerdo a sus atribuciones.
  5. Dé oportunidades de crecimiento profesional a través de la capacitación. Este es un factor fundamental para motivarlos a hacer carrera en la empresa en vez de buscar fuera de ésta.

Si a pesar de aplicar estos consejos el buen empleado se quiere ir, déjelo, felicítelo y apóyelo, ya que ello de alguna manera, se le retribuirá.

Por último, recuerde que, en una organización de éxito, todos son necesarios, pero nadie es indispensable, por ello, si su empresa tiene un buen sistema usted logrará reemplazar ese capital humano por otro de igual o mejor competencia e idoneidad.

Por: Jesús Soto

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