El tatuaje es quizá una de las expresiones más refinadas de estética personal, una especie de manifiesto personalísimo, casi críptico, que alguien decide llevar impreso en su propio cuerpo como cifra de situaciones a veces inexpresables a no ser por medio de esos trazos que se ven y se leen sobre la piel de una persona.
En este caso, a ese contenido vivencial que casi siempre acompaña a un tatuaje, se añaden motivos netamente científicos que complementan el contenido simbólico del diseño. Las imágenes se obtuvieron, un poco por accidente, luego de que Carl Zimmer, un popular ensayista de divulgación científica, preguntara a los lectores de su blog quién de ellos estaba tatuado y cuántos de estos eran tatuajes con alusiones científicas.
Zimmer, sorpresivamente, recibió un aluvión de respuestas, tantas, que reunió el material suficiente para editar un libro con los diseños más interesantes y mejor logrados, mismos que agrupó en seis grandes categorías (tan diversos son también los tatuajes): matemáticas, química, neurociencia, biología evolucionista, astronomía y ADN.
En esta imagen, por ejemplo, que pertenece al cuerpo de Lauren Caldwell, el tatuaje toma como modelo el primer astrario o planetario construido por Giovanni de Dondi en 1364, el primer reloj astronómico utilizado para conocer la posición del Sol, de la Luna y de los planetas, además de otros fenómenos de nuestro universo inmediato. En la espalda de Caldwell se puede observar el Engranaje de Mercurio.
Aquí una red neuronal en el pecho y el hombro de Gabriel Pato, con un diseño sumamente similar —en su armónico y tridimensional caos— al que forman dichas células en nuestro cerebro:
La estructura del ácido fúlvico, con la cual Cory Ptak obtuvo su grado académico en la Universidad de Cornell:
Una medusa ascendiendo por el talle de Dave Wolfeden:
La célebre sonda espacial Voyager, cuya misión es encontrar los límites del sistema solar. El hombro es de Heather Wilkinson:
En la piel de Tyler Rollins, trazos simples para un gran invento y un no menos impresionante inventor: el fonógrafo de T. A. Edison (por cierto, hoy hace 134 años Edison dio a conocer su aparato al mundo):
Orgulloso portador de la proporción áurea, Brandon Davis eligió un diseño notable que combina tres de sus representaciones equivalentes: los rectángulos, la espiral y el número (irracional, aquí con 79 decimales) resultante al calcular dicha proporción:
[PopSci]
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