Leyendo sobre liderazgo uno se pregunta dónde se encontraran esos seres perfectos repletos de cualidades positivas y deseables. Por desgracia, o por suerte, que nunca se sabe, no he tenido oportunidad aún de conocer a ninguno de ellos y eso que sí he conocido a bastantes personas a las que considero no sólo líderes, sino buenos líderes.
Seguramente reunir toda esa colección de competencias sea algo fantástico pero tengo serias dudas sobre si es realmente necesario. Evidentemente un líder, para serlo, debe reunir al menos unas cuantas de ellas pero eso no significa que no pueda tener carencias y, a pesar de ellas, ser un buen líder.
En mi experiencia, de hecho, más que la existencia de alguna carencia, lo que evita que algunas personas con potencial para ser líderes lo acaben siendo son algunos defectos combinados que resultan incompatibles con el liderazgo.
Posiblemente haya más, pero hay una de estas combinaciones en particular que, en mi opinión, incapacita a la persona como líder. Me refiero a la combinación de ignorancia y arrogancia.
Un líder puede ser ignorante sobre muchos temas. La ignorancia en sí no es grave, siempre que uno sea consciente de ella y tome las medidas adecuadas para cubrir esta carencia, bien aprendiendo para combatirla, bien rodeándose de personas que suplan los conocimientos de que los que uno carece. Incluso si un líder no sabe que ignora determinados temas que no debería ignorar (es decir, es inconscientemente incompetente), creo que podría compensarlo con otras cualidades positivas.
Del mismo modo la arrogancia no imposibilita que alguien sea líder. Aunque el exceso de ego es lo que a la larga acaba con muchos líderes, mientras éste se mantiene en unos niveles razonables, el líder puede seguir siéndolo. La arrogancia es más difícil de combatir en mi opinión que la ignorancia pero, nuevamente, si el líder es consciente de este defecto, lo normal es que al menos intente controlarlo.
Lo que en mi opinión es una de las combinaciones más peligrosas, y de consecuencias más desastrosas para las organizaciones, es poner al frente de posiciones clave a personas que combinan ignorancia con arrogancia. Y no sé por qué, me da la impresión de que es algo que ocurre con bastante frecuencia, y no sólo en el mundo empresarial.
Por muchas cualidades positivas que tenga la persona, la combinación de ignorancia (no saber que no se sabe) y arrogancia (creer que se sabe lo que no se sabe) es una mezcla explosiva que a la larga suele acarrear consecuencias nefastas tanto para las organizaciones como para las personas que trabajan en ellas.
Una persona puede ser ignorante simplemente porque venga de un área de negocio distinta y necesite un tiempo para aprender sobre la nueva. Pero si no es arrogante, se dará cuenta en breve de su ignorancia y actuará en consecuencia.
Del mismo modo, una persona arrogante pero que conoce en profundidad su trabajo es poco probable que tome [muchas] decisiones estúpidas, ya que al menos sabe bien lo que se trae entre manos.
Pero cuando la persona que se pone al cargo de una organización no la conoce y además está convencida de saberlo todo sobre ella, cualquier barbaridad es posible.
Lo que más me llama la atención es que ignorancia y arrogancia son dos defectos que, en principio, parecen fácilmente detectables a priori, a pesar de lo cuál hay quienes siguen tomando decisiones incorrectas. ¿Será que quiénes las toman son también ignorantes arrogantes?
José Miguel Bolívar http://www.optimainfinito.com/
Seguramente reunir toda esa colección de competencias sea algo fantástico pero tengo serias dudas sobre si es realmente necesario. Evidentemente un líder, para serlo, debe reunir al menos unas cuantas de ellas pero eso no significa que no pueda tener carencias y, a pesar de ellas, ser un buen líder.
En mi experiencia, de hecho, más que la existencia de alguna carencia, lo que evita que algunas personas con potencial para ser líderes lo acaben siendo son algunos defectos combinados que resultan incompatibles con el liderazgo.
Posiblemente haya más, pero hay una de estas combinaciones en particular que, en mi opinión, incapacita a la persona como líder. Me refiero a la combinación de ignorancia y arrogancia.
Un líder puede ser ignorante sobre muchos temas. La ignorancia en sí no es grave, siempre que uno sea consciente de ella y tome las medidas adecuadas para cubrir esta carencia, bien aprendiendo para combatirla, bien rodeándose de personas que suplan los conocimientos de que los que uno carece. Incluso si un líder no sabe que ignora determinados temas que no debería ignorar (es decir, es inconscientemente incompetente), creo que podría compensarlo con otras cualidades positivas.
Del mismo modo la arrogancia no imposibilita que alguien sea líder. Aunque el exceso de ego es lo que a la larga acaba con muchos líderes, mientras éste se mantiene en unos niveles razonables, el líder puede seguir siéndolo. La arrogancia es más difícil de combatir en mi opinión que la ignorancia pero, nuevamente, si el líder es consciente de este defecto, lo normal es que al menos intente controlarlo.
Lo que en mi opinión es una de las combinaciones más peligrosas, y de consecuencias más desastrosas para las organizaciones, es poner al frente de posiciones clave a personas que combinan ignorancia con arrogancia. Y no sé por qué, me da la impresión de que es algo que ocurre con bastante frecuencia, y no sólo en el mundo empresarial.
Por muchas cualidades positivas que tenga la persona, la combinación de ignorancia (no saber que no se sabe) y arrogancia (creer que se sabe lo que no se sabe) es una mezcla explosiva que a la larga suele acarrear consecuencias nefastas tanto para las organizaciones como para las personas que trabajan en ellas.
Una persona puede ser ignorante simplemente porque venga de un área de negocio distinta y necesite un tiempo para aprender sobre la nueva. Pero si no es arrogante, se dará cuenta en breve de su ignorancia y actuará en consecuencia.
Del mismo modo, una persona arrogante pero que conoce en profundidad su trabajo es poco probable que tome [muchas] decisiones estúpidas, ya que al menos sabe bien lo que se trae entre manos.
Pero cuando la persona que se pone al cargo de una organización no la conoce y además está convencida de saberlo todo sobre ella, cualquier barbaridad es posible.
Lo que más me llama la atención es que ignorancia y arrogancia son dos defectos que, en principio, parecen fácilmente detectables a priori, a pesar de lo cuál hay quienes siguen tomando decisiones incorrectas. ¿Será que quiénes las toman son también ignorantes arrogantes?
José Miguel Bolívar http://www.optimainfinito.com/
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