Autor: zoomboomcrash
Pocas personas, salvo los médicos, se han parado a reflexionar sobre las ventajas de las enfermedades que nos azotan. Para luchar contra una invasión de gérmenes, el cuerpo humano aumenta la temperatura, los músculos flojean, y el ánimo decae. Justamente lo que necesita el cuerpo para vencer. Pues resulta que si no sintiéramos dolor y malestar, estaríamos tan campantes en la calle consumiendo energías vitales que necesitan nuestros anticuerpos y células para sobrevivir a un ataque. Nos están diciendo: “Eh, los de arriba, que no os vayáis de botellón porque necesitamos vuestro apoyo para echar a los invasores”.
Lo mismo nos enseña la crisis. Gracias a ella hemos aprendido a ahorrar. Ahí está la cifra del aumento del ahorro en la renta de las familias españolas, ahorramos energía por si las moscas, es decir, por si la tenemos que consumir más tarde.
Nos hemos dado cuenta de que estábamos abonados a un montón de seguros, canales, y gastos superfluos. Adiós con todo eso. La crisis también nos ha enseñado a administrar las cuentas de la casa, porque hemos pasado los últimos cinco o quizá diez años sin mirar las facturas que llegaban del banco. Las tirábamos en una caja y ni siquiera las abríamos. Directas al cubo de basura. Total, sobraba dinero.
Ahora, la crisis nos ha enseñado a convertir una caja de zapatos en nuestro cuadro de mandos: metemos las facturas ordenadas alfabéticamente. El teléfono, el coche, la comunidad, la luz, el agua, el colegio, en fin, todo eso de lo cual no éramos conscientes ahora está en su sitio. Hemos aprendido a no malgastar.
Revisamos las cuentas una y otra vez y hacemos descubrimientos portentosos. ¿Y esta comisión? ¿A santo de qué? Otra lección de la crisis: nos enseña a pelear, a luchar por cada comisión que consideramos exagerada.
Gracias a la crisis descubrimos que muchas empresas que nos daban un buen servicio, ahora nos lo siguen prestando por menos dinero. Entonces, ¿significa eso que antes nos cobraban de mas? Da igual. No nos comamos en coco. Lo importante es que ahora hemos arañado unos euros. Y ya se sabe, unos euros por aquí y otros por allá, hacen un dineral.
La crisis nos ha enseñado el valor de los amigos y de la familia. Los que tienen más prestan a los que tienen menos. Y por supuesto, hemos aprendido que hay amigos “de toda la vida” que dejan de serlo cuando les pedimos que nos echen una mano. Un momento: ¿somos nosotros los que no hemos echado una mano? Porque siempre echamos la culpa a los demás.
En fin, creo que el mejor regalo de Reyes ha consistido en aprender a sobrevivir en tiempos duros. No será la última vez. Lo recordaremos para la próxima. Es más, debemos recordarla para que, en tiempos futuros, cuando los nietos nos pregunten “¿qué hiciste en la crisis, yayo?”, les respondamos: “Luchar, resistir, ayudar y sobrevivir”.
Vaya regalo. Y para amenizar esta reflexión, he aquí un Gladiator en tiempos modernos que lo resume todo con fanfarria romana.
No se lo pierdan.
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