La procrastinación es un defecto congénito a nuestro ajetreado estilo de vida y también un término de rabiosa actualidad en este siglo XXI. Si eres de los que dejan para mañana lo que podrían estar haciendo hoy, ¿quieres saber qué tipo de “procrastinador” eres?
De una jornada completa de trabajo o de estudio, sin duda no todas las horas son productivas. La procrastinación es ese fantasma que aletea sobre nuestras cabezas, las musarañas que nos distraen con vaguedades, tonterías o planes futuros y que nos impiden concentrarnos en la tarea presente que tenemos delante, originando frustración, . Este término (procedente del latín procrastinare pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), alude a la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
La estrategia para que tu cerebro deje de procrastinar en 5 segundos
¿Por qué pospones todo aquello que tienes pendiente, desde poner la lavadora a matricularte en un curso, iniciar una dieta sana, hacer las tareas del hogar o continuar el proyecto que tienes entre manos como freelance -y cuya deadline está a punto de expirar-? La razón por la que decides abrir otro vídeo de gatitos, consultar en Filmaffinity la nota de la nueva serie de Netflix que quieres ver o vagar de forma errática por la bandeja de entrada de tu correo electrónico define el tipo de procrastinador que eres. Y te lo vamos a contar a continuación, para que puedas invocar de nuevo tu fuerza de voluntad y disciplina, condimentarlas con una pizca de motivación y volver a la carga.
Los cinco tipos de personas que procrastinan más comunes
Estos son los cinco tipos de procrastinación según el psicólogo y autor Neil Fiore, un especialista en analizar los problemas más comunes de productividad. Lo fundamental para distinguirlos son los motivos por los que pospones la actividad o tarea pendiente.
- El perfeccionista: Huyes compulsivamente de los juicios ajenos de valor y temes de forma desmedida que te corrijan tus errores o señalen tus fallos. Por eso, puede que dediques tiempo y ahínco en aspectos o componentes determinados de un proyecto, que lo completes a última hora o que dudes de él y lo evites.
- El impostor: Temeroso de ser inferior al resto o no obtener buenos resultados, pospones todo para evitar este riesgo. Es habitual cuando tus jefes o allegados son personas difíciles de complacer, desarrollando un mecanismo de indefensión aprendida. Esta sucede cuando el sujeto ha “aprendido” a comportarse pasivamente, con la sensación subjetiva de no poder hacer naday que no responde a pesar de que existen oportunidades reales de cambiar la situación aversiva.
- El desmotivado: Cuando el trabajo o la tarea a realizar es aburrida o desagradable, intentas posponer las cosas para evitar hacerlo, según indica Nicole Bandes, fundadora de la consultora Productivity Expert. Si odias lo que estás haciendo o te resulta estúpido, mecánico o repetitivo es difícil motivarte para actuar.
- El abrumado: Este tipo de procrastinación se produce cuando estás saturado, tienes mucho estrés o la carga de trabajo es demasiado elevada. La idea que subyace es “hay demasiado que hacer, y es difícil saber por dónde empezar, así que no hago nada”, dice Fiore. También puede darse con exceso de materia lectiva en período de exámenes o ante una oposición.
- El afortunado: Algunas personas han experimentado y/o creen que hacen su mejor trabajo bajo presión, por lo que posponen las cosas hasta que se encuentran entre la espada y la pared. Esta práctica es peligrosa en el terreno laboral, ya que se te pueden pasar plazos de entregas, poner en riesgo tu reputación profesional o en todo caso, pasar un mal trago.
Fuente | Fast Company Via: ticbeat.com
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