La buena noticia es que la situación general en relación a los cambios que podríamos englobar bajo la etiqueta genérica “2.0″ sigue avanzando en la dirección correcta.
Aunque es cierto que esta evolución se está produciendo a un ritmo mucho más lento del que a muchos nos gustaría y, sobre todo, del que sería necesario, al menos parece que se empiezan a dar las condiciones para que el definitivo aceleramiento termine produciéndose y el cambio tenga lugar de forma generalizada.
Hablo, por supuesto, de organizaciones cuya materia prima es el conocimiento, si no en su totalidad, sí al menos en parte. Es decir, de un porcentaje creciente de las organizaciones en los países desarrollados.
Si miramos cuatro o cinco años atrás, veremos que hemos pasado de una situación en la que prácticamente todas las personas en posiciones de responsabilidad en las organizaciones desconocían por completo qué era todo esto del “2.0″ a otra en la que han aparecido tres grandes grupos bien diferenciados:
- Un primer grupo, probablemente el más numeroso, integrado por personas que aún no se atreven a hacer nada para ser parte del cambio pero que son cada vez más conscientes de que deberían hacerlo. Probablemente el miedo a perder su puesto de trabajo sea el principal obstáculo para que este grupo pase a la acción
- Un segundo grupo, el más reducido en número, formado por personas que, de forma admirable, demuestran tener el valor suficiente para contribuir al cambio de forma activa. Tengo pendiente dedicar uno o más artículos a estas personas, porque son nuestra gran esperanza y un ejemplo a seguir
- Un tercer grupo, afortunadamente cada vez más pequeño, que aglutina a diversas tribus: los cínicos, los escépticos, los descreídos, los ignorantes, los soberbios, los ególatras y demás especímenes organizativos, que continúan ejerciendo la pasividad activa, cuando no una abierta resistencia, desde la creencia absurda de que el no-cambio es una opción viable y que así protegerán su statu quo
A pesar de todo, parece seguir habiendo una cierta confusión sobre qué rasgos definen una organización 2.0. Porque ser una organización 2.0 va más allá de “tener” comunidades de práctica, redes corporativas, wikis internos y presencia en redes sociales.
Ser una organización 2.0 va, sobre todo, de “demostrar” que se han entendido, adoptado, interiorizado y comenzado a expresar una serie de valores que se han venido llamando valores 2.0, y también de evidenciar que se ha evolucionado, superando el modelo de administración burocrática tradicional, hacia nuevas formas de entender el papel de las personas, los procesos, las tecnologías y las estructuras en las organizaciones, que permitan dar respuesta a las necesidades que plantea esta nueva realidad.
Seguramente haya más, así que considero estos diez únicamente un punto de partida. Veamos por tanto cuáles son, los 10 rasgos de las organizaciones 2.0:
- Redárquica: Hablamos aquí de un requisito indispensable. Una organización no puede considerarse genuinamente 2.0 mientras no haya superado el paradigma del control. Una organización 2.0 es, por definición, una organización en red, regida por criterios meritocráticos, no jerárquicos. La meritocracia sustituye al organigrama. Duela a quién duela, la jerarquitis y la grupitis son enfermedades organizativas propias del modelo de administración burocrático. Como muy bien afirma Eugenio Moliní, la red es la única configuración en la que es posible brillar con luz propia al mismo tiempo que otros también lo hacen
- Distribuida: Una auténtica redarquía no necesita estructuras físicas para tomar identidad. Las grandes infraestructuras corporativas carecen de sentido en un mundo en red, donde la conexión sustituye a la presencia física. En la Era del Conocimiento, trabajo es lo que haces, no un sitio al que vas. El centro de trabajo y el horario laboral son dos reliquias del pasado que resultan anacrónicas en una organización 2.0. En un mundo cada vez más globalizado, las estructuras deben ser flexibles, dinámicas y deslocalizadas
- Líquida: Vivimos en tiempos líquidos y las organizaciones 2.0 no pueden vivir de espaldas a esta realidad. Por ello deben ser flexibles en configuración y tamaño, dejando atrás el obsoleto concepto de puesto de trabajo y orientándose a proyectos. Se trata de pasar de entender la organización como entidad a entenderla como plataforma
- Conectada: Los departamentos de IT deben morir. El BYOD es el puente hacia un nuevo entorno en el que cada nodo de la red será responsable autónomo e independiente de la tecnología que usa. En una organización 2.0, estar conectado es crítico. Los nodos de la red deben ser capaces de compartir información y conocimiento en cualquier momento y circunstancia, con inmediatez y eficacia. La tecnología debe entenderse como un medio para unir personas y no convertirse en un obstáculo permanente a la colaboración, tal y como sucede hoy día en la gran mayoría de organizaciones tradicionales
- Con propósito: Gran parte de las organizaciones actuales han dejado de ser un medio para convertirse en un fin en sí mismas. Las jerarquías buscan perpetuarse, aún a costa de sacrificar los fines para los que fueron establecidas. En las organizaciones 2.0 no se puede dejar a un lado el sensemaking. Una organización 2.0 no necesita tener misión, visión ni valores vacíos de contenido, sino un “para qué” auténtico y compartido que represente los intereses y valores de sus nodos
- Innovadora: Innovar está en el ADN de cualquier organización 2.0, hasta el punto que debería formar parte de su propósito. La innovación se entiende como requisito indispensable para la adaptación y la supervivencia. Las personas, los procesos, la tecnología y las estructuras de una organización 2.0 tienen como fin promover y facilitar la innovación constante
- Diversa: Uno de los principales obstáculos hacia la innovación con el que se encuentran las organizaciones jerárquicas tradicionales es la falta de diversidad. La grupitis típica de las jerarquías deviene así en pensamiento único. La diversidad, la hibridación de experiencias, conocimientos, carácteres y perspectivas distintas y complementarias está en la esencia de cualquier organización con vocación innovadora
- Abierta: Por coherencia con esta voluntad innovadora, la organización 2.0 es una organización abierta. Si como parece es cierto que existe algo llamado inteligencia colectiva, ¿por qué no aprovechar lo que nuestros clientes, proveedores, colegas o incluso competidores pueden aportar? En una organización 2.0, la voluntad de aprender y colaborar para innovar debe estar siempre por encima del interés por competir y ganar
- Con voz humana: En una organización 2.0 no hay lugar para la “comunicación interna“. Comunicar es un acto espontáneo y natural. Los departamentos de comunicación solo tienen sentido cuando la verdad no es libre y se encuentra cautiva, supeditada a la manipulación oportunista y a los intereses particulares. En una organización 2.0 todas las voces y opiniones tienen cabida, no solo porque todas son enriquecedoras sino porque de lo contrario dejaría de ser una organización con voz humana
- Con personas productivas: El reto de las organizaciones 2.0 es convertirse en redes de individuos productivos que innovan. El incremento de la productividad debe pasar a entenderse como el resultado agregado del incremento de la productividad personal de todos los nodos de la red. El rendimiento de una organización 2.0 solo es posible si las personas que la forman son productivas a título individual
¿Qué rasgos añadirías, cambiarías o quitarías? ¿Conoces alguna organización 2.0? Te invito a continuar la conversación en los comentarios.
Este artículo, 10 Rasgos de las Organizaciones 2.0, escrito por José Miguel Bolívar y publicado originalmente en Optima Infinito, está licenciado para su uso bajo una Licencia Creative Commons 3.0 España.
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