Esta es la historia del logro de una mujer que sacudió los cimientos de los prejuicios en la época victoriana sobre el sexo femenino. Un logro único y un solo día, cuando todo empezó a cambiar.
Ese día fue el 7 de junio 1890, cuando la británica Philippa Fawcett se convirtió en la primera y única mujer que ocupó el primer lugar en los exámenes de matemáticas de la Universidad de Cambridge. Fue el día en que Philippa les dio a todos con su cuaderno en la cara y se convirtió la campeona absoluta de un mundo acotado exclusivamente a los hombres.
Para entender por qué el busto de esta mujer debe de estar saludando desde la entrada de cualquier campus universitario, es necesario entender por qué las matemáticas de Cambridge importaban tanto en el siglo 19.
Para empezar, esta universidad fue sin duda el mejor centro de enseñanza en lo que entonces era el imperio más grande del mundo. Y más que eso; el curso de matemáticas de Cambridge fue considerado como el mayor desafío académico a disposición de las mentes más finas de todo el planeta.
Para ser campeón matemático de Cambridge, un “Senior Wrangler” (en la antigua jerga de la universidad, el primero de la clase), poco más que debía dedicar toda su juventud a lograr la mayor distinción intelectual que se ofrecía por entonces, lo que prácticamente le garantizaba una carrera académica estelar.
Philippa Fawcett aquel 7 de junio de 1890 sacó en su examen un 13% más de puntuación que el segundo puntaje más alto, sorprendiendo a todos desde Oxford hasta Harvard o Yale. ¡Y ni siquiera estaba matriculada en la universidad!
Todas estas universidades eran por entonces reticentes a admitir a las mujeres a cursar una carrera. Los colegios separados sólo para mujeres se había establecido en la década de 1870, y poco a poco se fueron vagamente afiliando con las universidades.
A principios de la década de 1890 las cosas habían avanzado hasta el punto que la Universidad de Cambridge permitió a dos mujeres, las señoritas Newnham y Girton, hacer los mismos exámenes que los hombres. Pero estos exámenes eran marcados y clasificados por separado, leyendo los resultados de las mujeres después de leer el de los hombres en una ceremonia anual que se celebraba en el Rectorado de la Universidad.
En esta ceremonia los estudiantes de matemáticas, de manera singular, se clasificaban por un curioso orden, para que fuera posible comparar a un estudiante directamente con otro.
Los hombres más listos en su grado eran denominados como “Wranglers” (‘Wrangler’ es una jerga también aplicada a los descifradores de códigos en algunas de las novelas de espias de John Le Carre). Era el equivalente británico al americano summa cum laude; los situados por debajo de ellos en la segunda clase, en la del magna cum laude , se les decía “Optimes”.
Los exámenes eran, por lo general, acordes a tales distinciones. Los candidatos sufrían jornadas de exámenes durante cinco horas y media seguidas todos los días durante ocho días continuados, exámenes formados por 12 documentos y 192 preguntas cada vez más difíciles. Los que estaban luchando por el título de Wrangler se enfrentaban además a un período de tres días de exámenes, que constaban de 63 problemas aún más difíciles que los anteriores.
Los candidatos más serios al campeonato siempre contrataban a profesores de prestigio y estudiaban hasta las veinticuatro horas del día durante meses. Los temas iban desde el interés compuesto a la teoría de números, la hidrodinámica o la astronomía. De los candidatos se esperaba que estuvieran familiarizados con la obra de Newton y Euclides, de ser capaces de predecir eclipses, manipular identidades trigonométricas y trabajar en todas las posibles dimensiones.
Cuando la lista de las mujeres se desveló aquel día de junio de 1890, Philippa Fawcett fue anunciada como con una puntuación “por encima de los más altos wranglers”, pero no recibió el título de mayor wrangler, ya que sólo los hombres se clasificaban, dejando a las mujeres a parte.
Sin embargo, los resultados de la gesta de Philippa fueron muy publicitados en todo el mundo civilizado, como si un máximo goleador de la liga hubiera ganado el mayor trofeo del mundo.`A Lady beats the Senior Wrangler’, `Miss Fawcett’s Honor: the sort of girl this Lady Senior Wrangler is’, publicaron el Daily News y el New York Times en sus portadas, respectivamente.
Philippa Fawcett parece que casi había nacido para lograr este éxito. Era la única hija de una familia notable. Su madre, presidenta de la Unión Nacional de Sociedades para el Sufragio de la Mujer, fue una pieza clave que posibilitó a las mujeres británicas el derecho de voto, mientras que su padre, Henry Fawcett , aunque se quedó ciego en un accidente de caza cuando tenía 25 años, llegó a ser ministro en el gobierno británico.
En ese examen Philippa Fawcett mostró unos principios académicos tan prometedores que muchos coinciden en que existe alguna razón para suponer que sus padres le habían entrenado en matemáticas específicamente, con la esperanza de que podría ayudar a demostrar la igualdad de las mujeres y los hombres en esta rama del conocimiento y, con ello, en toda la sociedad.
Lo consiguió, convirtiéndose posteriormente en una de las mentes matemáticas más brillantes de la historia. Falleció el 10 de junio de 1948.
Fuentes y fotos: Wikipedia, Gap System, Universidad de Cambridge y Agness Scott
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