Un ingeniero de radiodifusión retirado, John Kanzius, estaba buscando la cura del cáncer mediante ondas de sonido capaces de destruir células cancerígenas.
Ocupando los pantalones elásticos de su mujer, y las ondas de sonido, que ayudadas teóricamente por la nanotecnología, su descubrimiento era capaz de asegurar la erradicación de este mal.
Su sorpresa fue que cuando experimentaba, consiguió que el agua salada ardiera, gracias a que el generador de frecuencias de radio, podía liberar el oxigeno y el hidrógeno, creando una intensa llamarada.
Por supuesto este descubrimiento ya fue tomado por un laboratorio y tiene a muchos de sus investigadores alucinados por la efectividad, y los usos que podrían cambiar radicalmente el escenario energético en crisis en el que hoy nos encontramos.
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