Dándose un paseo por el campo Aidan Dwyer observó que las ramas de los árboles seguían patrones matemáticos, en concreto la famosa serie de Fibonacci.
Un tema muy estudiado en el mundo de la naturaleza y el arte.
Su genialidad consistió en crear, partiendo de sus observaciones, un modelo de paneles fotovoltaicos que imitara las ramas de los árboles.
Midió las ramas y la distancia entre ellas. A partir de estos datos creó un primer modelo aplicando la serie de Fibonacci para la distribución de las células fotovoltaicas.
La disposición que ha encontrado produce, según sus resultados, entre un 20% más de energía al aprovechar de forma más eficiente la luz del sol durante unas 2 horas y media.
En invierno, dado que el sol tiene una orientación más baja en el hemisferio norte, el incremento subió al 50% respecto a las disposiciones tradicionales de paneles.
Se está generando un gran debate con esta noticia y algún blog tecnológico ha empezado a criticar los resultados.
Nos hacemos una pregunta ¿Utiliza la naturaleza la disposición más óptima para captar la luz del sol? La respuesta más probable es que la evolución haya seleccionado la solución ideal a este problema.
El estudio ha obtenido una patente en E.E.U.U.
Un ejemplo de cómo una idea genial podría revolucionar todo un sector tecnológico.
¿Serán los parques fotovoltaicos del futuro como árboles gracias a la inteligencia de un niño?
Via: amnh.org
www.allpe.com
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