Un buen ejecutivo de este nivel puede desenvolverse en diferentes industrias y sus competencias y habilidades son aplicables en un amplio espectro de situaciones. Por Max Vicuña, Socio MV-Amrop
A la hora de contratar al gerente general de una empresa, es necesario tener claridad sobre una serie de elementos respecto de los cuales puedan existir confusiones que terminen induciendo a errores siempre caros y perfectamente evitables.
Un gerente general requiere de competencias que no todos los altos ejecutivos tienen y muchas de ellas no se desarrollan necesariamente con la experiencia. En alguna medida es un tema de ADN y en este sentido no todos los gerentes divisionales cuentan con las características necesarias para estar a la cabeza de una empresa. Lo que no invalida en absoluto sus méritos; simplemente se trata de otro tipo de habilidades. Ni mejores ni peores, tan solo distintas. Por otra parte, los empresarios tienden a pensar que, respecto a otras empresas, las suyas tienen diferencias y particularidades que los hacen muy especiales y requieren gerentes especializados que dominen el negocio. Sin embargo, cada día se observa con mayor frecuencia a gerentes generales moviéndose de una industria a otra y con resultados exitosos. Un buen gerente general puede serlo en muchas empresas, aunque no en todas. Puede desenvolverse en diferentes industrias y sus competencias y habilidades son aplicables en un amplio espectro de situaciones. Lideran equipos, tienen una mirada estratégica frente a cada modelo de negocio, identifican las áreas sensibles de cada empresa, ponderan a sus competidores y se relacionan con directorios que muchas veces resultan un tanto complejos.
Otro elemento en común a los gerentes generales es que la mayoría de ellos vive la soledad del poder y son capaces de administrarla. Supuestamente, sus debilidades no pueden exteriorizarlas ni compartirlas, ya que deben actuar con seguridad, expresarse con un lenguaje de certezas y demostrar capacidades resolutivas, tanto hacia su equipo como a sus directores y, por qué no decirlo, también en el ámbito social. Cuando se está a cargo de una empresa, a la cabeza de la estructura del poder, se hace necesario un adecuado manejo de ciertas variables políticas que, dependiendo de cada caso, pueden ser más o menos intensivas. A medida que un ejecutivo avanza verticalmente en su carrera profesional, las habilidades políticas pasan a tener una importancia no despreciable.
Cuando se busca un gerente general, se parte de una definición de perfil bastante acotada. Sin embargo, en muchos casos se termina contratando a un ejecutivo que no necesariamente respondía a las definiciones originales, lo que quiere decir que los gerentes generales no son ejecutivos estandarizados, y muchas veces tienen su propia agenda que termina convenciendo a un directorio respecto de su contratación. No es lo que buscaban, pero encontraron lo que necesitaban.
Por otra parte, las compensaciones que terminan pactando los gerentes generales con el directorio son, en la mayoría de las veces, un traje a la medida, probablemente muy diferentes y generalmente superiores a las cifras referenciales definidas antes de iniciar la búsqueda.
Mientras más se avanza en mejorar la gobernabilidad de las empresas, logrando que los directorios no compartan la administración con el gerente general, la selección de este último ha pasado a ser cada vez más compleja, sin dejar espacio para las improvisaciones.
A la hora de contratar al gerente general de una empresa, es necesario tener claridad sobre una serie de elementos respecto de los cuales puedan existir confusiones que terminen induciendo a errores siempre caros y perfectamente evitables.
Un gerente general requiere de competencias que no todos los altos ejecutivos tienen y muchas de ellas no se desarrollan necesariamente con la experiencia. En alguna medida es un tema de ADN y en este sentido no todos los gerentes divisionales cuentan con las características necesarias para estar a la cabeza de una empresa. Lo que no invalida en absoluto sus méritos; simplemente se trata de otro tipo de habilidades. Ni mejores ni peores, tan solo distintas. Por otra parte, los empresarios tienden a pensar que, respecto a otras empresas, las suyas tienen diferencias y particularidades que los hacen muy especiales y requieren gerentes especializados que dominen el negocio. Sin embargo, cada día se observa con mayor frecuencia a gerentes generales moviéndose de una industria a otra y con resultados exitosos. Un buen gerente general puede serlo en muchas empresas, aunque no en todas. Puede desenvolverse en diferentes industrias y sus competencias y habilidades son aplicables en un amplio espectro de situaciones. Lideran equipos, tienen una mirada estratégica frente a cada modelo de negocio, identifican las áreas sensibles de cada empresa, ponderan a sus competidores y se relacionan con directorios que muchas veces resultan un tanto complejos.
Otro elemento en común a los gerentes generales es que la mayoría de ellos vive la soledad del poder y son capaces de administrarla. Supuestamente, sus debilidades no pueden exteriorizarlas ni compartirlas, ya que deben actuar con seguridad, expresarse con un lenguaje de certezas y demostrar capacidades resolutivas, tanto hacia su equipo como a sus directores y, por qué no decirlo, también en el ámbito social. Cuando se está a cargo de una empresa, a la cabeza de la estructura del poder, se hace necesario un adecuado manejo de ciertas variables políticas que, dependiendo de cada caso, pueden ser más o menos intensivas. A medida que un ejecutivo avanza verticalmente en su carrera profesional, las habilidades políticas pasan a tener una importancia no despreciable.
Cuando se busca un gerente general, se parte de una definición de perfil bastante acotada. Sin embargo, en muchos casos se termina contratando a un ejecutivo que no necesariamente respondía a las definiciones originales, lo que quiere decir que los gerentes generales no son ejecutivos estandarizados, y muchas veces tienen su propia agenda que termina convenciendo a un directorio respecto de su contratación. No es lo que buscaban, pero encontraron lo que necesitaban.
Por otra parte, las compensaciones que terminan pactando los gerentes generales con el directorio son, en la mayoría de las veces, un traje a la medida, probablemente muy diferentes y generalmente superiores a las cifras referenciales definidas antes de iniciar la búsqueda.
Mientras más se avanza en mejorar la gobernabilidad de las empresas, logrando que los directorios no compartan la administración con el gerente general, la selección de este último ha pasado a ser cada vez más compleja, sin dejar espacio para las improvisaciones.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario