miércoles, 5 de mayo de 2010
REPERCUSION DEL DERRAME PETROLERO EN EL GOLFO DE MEXICO
Por: Nelson Hernandez
El accidente ocurrido el 22 de abril de 2010 en la plataforma de perforación costa afuera “Deepwater Horizon (DH)” en el Golfo de México y operada por la Brithis petroleum (BP) modificara a la industria petrolera a nivel mundial. Tal modificación abarcara aspectos tecnológicos, energéticos y ambientales.
La explosión, el incendio consiguiente, y el permanente fluir de petróleo plantean serios interrogantes acerca de las afirmaciones de la industria de que sus operaciones y la tecnología son lo bastante seguras como para poner plataformas en zonas ambientalmente delicadas o cruciales para el turismo y la industria pesquera.
Las modificaciones desde el punto de vista tecnológico tendrán como base las investigaciones sobre la ocurrencia del accidente. Si este obedeció a una falla humana o a falla en los dispositivos de seguridad, hoy existentes en las diversas plataformas de perforación en aguas profundas. En cualquiera de los dos casos, se aplicaran nuevas normas y dispositivos para una mayor seguridad. Así como técnicas más eficientes para recolección y disposición del derrame.
Una correlación con lo anterior, fue el diseño de tanqueros petroleros de doble casco con el objeto de eliminar el derrame de petróleo en colisiones de buques, y que eran muy comunes en tanqueros monocascos. Actualmente las grandes empresas navieras petroleras, así como la legislación internacional exigen buques petroleros con esta tecnología.
La tarea ambiental a la que se enfrenta actualmente la industria petrolera en el Golfo de México, es la de mayor envergadura después de la tragedia del Exxon Valdez (1989), donde se vertieron al mar 261 mil barriles de petróleo. Se estima que en el evento de la DH, fluyen del fondo del mar, a 1500 metros de profundidad, 5000 barriles diarios. Es decir, que de no resolverse en 50 días esta problemática superaría el volumen del Exxon Valdez.
Para efecto de eliminar el flujo de petróleo, se ha planteado la perforación de un nuevo pozo (pozo de alivio) cercano al que esta fluyendo, de tal manera de llegarle e inyectarle fluidos para contrarrestar su presión y “matarlo”. Sin embargo, los fenómenos climáticos presentes en la región, con lluvias y tormentas frecuentes, además de un intenso oleaje, están complicando la realización de las tareas que ayuden a aliviar las graves consecuencias de la explosión y el derrame de petróleo en el Golfo de México.
En lo atinente a la recolección, de la “mancha negra” de la superficie del mar, ya se han utilizado todos los métodos existentes: Quemarla, Confinarla, Aspirarla, Dispersarla Químicamente y Biodegradarla. Todos han resultado… pero hasta tanto no se elimine la fuente de emisión de petróleo, poco se logra.
El aspecto energético y geopolítico no deja de tener su impacto. Hay que recordar que desde la administración de George W. Bush, la estrategia a corto y mediano plazo de los Estados Unidos ha sido independizarse de la importación de petróleo, sobre todo si esta proviene de países “no amigables”. En marzo de 2008, Bush expone el programa a seguir en los próximos 10 años, denominado “Programa 20-10”, en el cual se contempla la reducción del 20 % del consumo energético en los próximos 10 años, la búsqueda de la autosuficiencia energética sobre todo la menor dependencia del petróleo importado, para lo que se plantea la explotación de los recursos Costa Afuera del Golfo de México y la intensificación de la participación de las energías alternativas en la matriz energética americana.
Dos años después, el 31 de marzo de 2010 los ecologistas se sintieron defraudados ya que el presidente Barack Obama autorizo las perforaciones petroleras Costa Afuera para disminuir la dependencia energética. Sin embargo, nuevamente los ecologistas retoman su posición, y es así que Obama ha ordenado la suspensión de nuevas exploraciones en el Golfo hasta tanto no se clarifique lo del accidente de DH.
Esta coyuntura hará que se “congele” por un tiempo la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo en la plataforma marina de los Estados Unidos. Esto obligara a un rediseño del programa 20-10, en el cual se vislumbra una mayor intensidad en el desarrollo y uso de energías alternativas y un aumento importante a todo nivel en la eficiencia energética. Para Estados Unidos, esta situación es similar a la vivida en el embargo petrolero de 1973, con la diferencia que el “embargo” (léase, menor consumo de energía) de hoy es impuesto por ellos mismos.
En el corto plazo, el evento de DH no implicaría un aumento en el precio del petróleo, ya que los volúmenes provenientes hoy del Golfo de México no se ven afectados. Además hay que recordar que OPEP tiene casi 4 millones de barriles cerrados por no tener mercado.
Finalmente, la repercusión del accidente de la plataforma petrolera en el Golfo de México, esta circunscrita básicamente en la política energética de los Estados Unidos. Lo que si debemos estar seguros es que le sacaran provecho a esta situación. Harán de esta crisis una oportunidad. Y tendremos nuevas tecnologías y normas para la explotación de hidrocarburos en yacimientos Costa Afuera.
El accidente ocurrido el 22 de abril de 2010 en la plataforma de perforación costa afuera “Deepwater Horizon (DH)” en el Golfo de México y operada por la Brithis petroleum (BP) modificara a la industria petrolera a nivel mundial. Tal modificación abarcara aspectos tecnológicos, energéticos y ambientales.
La explosión, el incendio consiguiente, y el permanente fluir de petróleo plantean serios interrogantes acerca de las afirmaciones de la industria de que sus operaciones y la tecnología son lo bastante seguras como para poner plataformas en zonas ambientalmente delicadas o cruciales para el turismo y la industria pesquera.
Las modificaciones desde el punto de vista tecnológico tendrán como base las investigaciones sobre la ocurrencia del accidente. Si este obedeció a una falla humana o a falla en los dispositivos de seguridad, hoy existentes en las diversas plataformas de perforación en aguas profundas. En cualquiera de los dos casos, se aplicaran nuevas normas y dispositivos para una mayor seguridad. Así como técnicas más eficientes para recolección y disposición del derrame.
Una correlación con lo anterior, fue el diseño de tanqueros petroleros de doble casco con el objeto de eliminar el derrame de petróleo en colisiones de buques, y que eran muy comunes en tanqueros monocascos. Actualmente las grandes empresas navieras petroleras, así como la legislación internacional exigen buques petroleros con esta tecnología.
La tarea ambiental a la que se enfrenta actualmente la industria petrolera en el Golfo de México, es la de mayor envergadura después de la tragedia del Exxon Valdez (1989), donde se vertieron al mar 261 mil barriles de petróleo. Se estima que en el evento de la DH, fluyen del fondo del mar, a 1500 metros de profundidad, 5000 barriles diarios. Es decir, que de no resolverse en 50 días esta problemática superaría el volumen del Exxon Valdez.
Para efecto de eliminar el flujo de petróleo, se ha planteado la perforación de un nuevo pozo (pozo de alivio) cercano al que esta fluyendo, de tal manera de llegarle e inyectarle fluidos para contrarrestar su presión y “matarlo”. Sin embargo, los fenómenos climáticos presentes en la región, con lluvias y tormentas frecuentes, además de un intenso oleaje, están complicando la realización de las tareas que ayuden a aliviar las graves consecuencias de la explosión y el derrame de petróleo en el Golfo de México.
En lo atinente a la recolección, de la “mancha negra” de la superficie del mar, ya se han utilizado todos los métodos existentes: Quemarla, Confinarla, Aspirarla, Dispersarla Químicamente y Biodegradarla. Todos han resultado… pero hasta tanto no se elimine la fuente de emisión de petróleo, poco se logra.
El aspecto energético y geopolítico no deja de tener su impacto. Hay que recordar que desde la administración de George W. Bush, la estrategia a corto y mediano plazo de los Estados Unidos ha sido independizarse de la importación de petróleo, sobre todo si esta proviene de países “no amigables”. En marzo de 2008, Bush expone el programa a seguir en los próximos 10 años, denominado “Programa 20-10”, en el cual se contempla la reducción del 20 % del consumo energético en los próximos 10 años, la búsqueda de la autosuficiencia energética sobre todo la menor dependencia del petróleo importado, para lo que se plantea la explotación de los recursos Costa Afuera del Golfo de México y la intensificación de la participación de las energías alternativas en la matriz energética americana.
Dos años después, el 31 de marzo de 2010 los ecologistas se sintieron defraudados ya que el presidente Barack Obama autorizo las perforaciones petroleras Costa Afuera para disminuir la dependencia energética. Sin embargo, nuevamente los ecologistas retoman su posición, y es así que Obama ha ordenado la suspensión de nuevas exploraciones en el Golfo hasta tanto no se clarifique lo del accidente de DH.
Esta coyuntura hará que se “congele” por un tiempo la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo en la plataforma marina de los Estados Unidos. Esto obligara a un rediseño del programa 20-10, en el cual se vislumbra una mayor intensidad en el desarrollo y uso de energías alternativas y un aumento importante a todo nivel en la eficiencia energética. Para Estados Unidos, esta situación es similar a la vivida en el embargo petrolero de 1973, con la diferencia que el “embargo” (léase, menor consumo de energía) de hoy es impuesto por ellos mismos.
En el corto plazo, el evento de DH no implicaría un aumento en el precio del petróleo, ya que los volúmenes provenientes hoy del Golfo de México no se ven afectados. Además hay que recordar que OPEP tiene casi 4 millones de barriles cerrados por no tener mercado.
Finalmente, la repercusión del accidente de la plataforma petrolera en el Golfo de México, esta circunscrita básicamente en la política energética de los Estados Unidos. Lo que si debemos estar seguros es que le sacaran provecho a esta situación. Harán de esta crisis una oportunidad. Y tendremos nuevas tecnologías y normas para la explotación de hidrocarburos en yacimientos Costa Afuera.
El accidente ocurrido el 22 de abril de 2010 en la plataforma de perforación costa afuera “Deepwater Horizon (DH)” en el Golfo de México y operada por la Brithis petroleum (BP) modificara a la industria petrolera a nivel mundial. Tal modificación abarcara aspectos tecnológicos, energéticos y ambientales.
La explosión, el incendio consiguiente, y el permanente fluir de petróleo plantean serios interrogantes acerca de las afirmaciones de la industria de que sus operaciones y la tecnología son lo bastante seguras como para poner plataformas en zonas ambientalmente delicadas o cruciales para el turismo y la industria pesquera.
Las modificaciones desde el punto de vista tecnológico tendrán como base las investigaciones sobre la ocurrencia del accidente. Si este obedeció a una falla humana o a falla en los dispositivos de seguridad, hoy existentes en las diversas plataformas de perforación en aguas profundas. En cualquiera de los dos casos, se aplicaran nuevas normas y dispositivos para una mayor seguridad. Así como técnicas más eficientes para recolección y disposición del derrame.
Una correlación con lo anterior, fue el diseño de tanqueros petroleros de doble casco con el objeto de eliminar el derrame de petróleo en colisiones de buques, y que eran muy comunes en tanqueros monocascos. Actualmente las grandes empresas navieras petroleras, así como la legislación internacional exigen buques petroleros con esta tecnología.
La tarea ambiental a la que se enfrenta actualmente la industria petrolera en el Golfo de México, es la de mayor envergadura después de la tragedia del Exxon Valdez (1989), donde se vertieron al mar 261 mil barriles de petróleo. Se estima que en el evento de la DH, fluyen del fondo del mar, a 1500 metros de profundidad, 5000 barriles diarios. Es decir, que de no resolverse en 50 días esta problemática superaría el volumen del Exxon Valdez.
Para efecto de eliminar el flujo de petróleo, se ha planteado la perforación de un nuevo pozo (pozo de alivio) cercano al que esta fluyendo, de tal manera de llegarle e inyectarle fluidos para contrarrestar su presión y “matarlo”. Sin embargo, los fenómenos climáticos presentes en la región, con lluvias y tormentas frecuentes, además de un intenso oleaje, están complicando la realización de las tareas que ayuden a aliviar las graves consecuencias de la explosión y el derrame de petróleo en el Golfo de México.
En lo atinente a la recolección, de la “mancha negra” de la superficie del mar, ya se han utilizado todos los métodos existentes: Quemarla, Confinarla, Aspirarla, Dispersarla Químicamente y Biodegradarla. Todos han resultado… pero hasta tanto no se elimine la fuente de emisión de petróleo, poco se logra.
El aspecto energético y geopolítico no deja de tener su impacto. Hay que recordar que desde la administración de George W. Bush, la estrategia a corto y mediano plazo de los Estados Unidos ha sido independizarse de la importación de petróleo, sobre todo si esta proviene de países “no amigables”. En marzo de 2008, Bush expone el programa a seguir en los próximos 10 años, denominado “Programa 20-10”, en el cual se contempla la reducción del 20 % del consumo energético en los próximos 10 años, la búsqueda de la autosuficiencia energética sobre todo la menor dependencia del petróleo importado, para lo que se plantea la explotación de los recursos Costa Afuera del Golfo de México y la intensificación de la participación de las energías alternativas en la matriz energética americana.
Dos años después, el 31 de marzo de 2010 los ecologistas se sintieron defraudados ya que el presidente Barack Obama autorizo las perforaciones petroleras Costa Afuera para disminuir la dependencia energética. Sin embargo, nuevamente los ecologistas retoman su posición, y es así que Obama ha ordenado la suspensión de nuevas exploraciones en el Golfo hasta tanto no se clarifique lo del accidente de DH.
Esta coyuntura hará que se “congele” por un tiempo la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo en la plataforma marina de los Estados Unidos. Esto obligara a un rediseño del programa 20-10, en el cual se vislumbra una mayor intensidad en el desarrollo y uso de energías alternativas y un aumento importante a todo nivel en la eficiencia energética. Para Estados Unidos, esta situación es similar a la vivida en el embargo petrolero de 1973, con la diferencia que el “embargo” (léase, menor consumo de energía) de hoy es impuesto por ellos mismos.
En el corto plazo, el evento de DH no implicaría un aumento en el precio del petróleo, ya que los volúmenes provenientes hoy del Golfo de México no se ven afectados. Además hay que recordar que OPEP tiene casi 4 millones de barriles cerrados por no tener mercado.
Finalmente, la repercusión del accidente de la plataforma petrolera en el Golfo de México, esta circunscrita básicamente en la política energética de los Estados Unidos. Lo que si debemos estar seguros es que le sacaran provecho a esta situación. Harán de esta crisis una oportunidad. Y tendremos nuevas tecnologías y normas para la explotación de hidrocarburos en yacimientos Costa Afuera.
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