La huella ecológica es el impacto ambiental que produce el ser humano sobre la Naturaleza. Aunque todos los seres vivos del planeta necesitan nutrientes, energía y agua para vivir, el término se utiliza para indicar la cantidad de recursos que utilizan los seres humanos de forma variable.
Varía en función del estilo de vida de cada persona, y también encontramos muy distintas huellas ecológicas según la comunidad u organización de que se trate. Básicamente, mide la cantidad de de tierra bioproductiva (aquella que puede producir alimento) necesaria para, por un lado, producir los bienes y servicios que consumimos y, por otro, absorber los residuos generados.
Se trata, en suma, de calcular el área de tierra necesaria poder vivir de manera sostenible satisfaciendo esas necesidades o bienes y servicios, y la absorción de residuos. Esta área es la que llamamos huella ecológica.
Gracias a esta herramienta podemos saber si el planeta puede darnos lo que necesitamos, a un determinado ritmo de uso de recursos. Si, en definitiva, existe suficiente suelo y áreas marinas bioproductivas para que los recursos que está utilizando la población mundial puedan seguir usándose también en el futuro.
De lo contrario, la sostenibilidad se verá comprometida. De hecho, los recursos naturales son finitos, con lo que se hace necesario controlar esa huella ecológica si queremos tener un mañana sobre la faz de la Tierra.
¿Es sinónimo de huella de carbono?
La huella ecológica es un indicador medioambiental relacionada con el derroche de recursos del ser humano, mientras la huella de carbono mide la producción de gases de efecto invernadero que generan las actividades producidas por el ser humano.
Mientras la primera permite medir y evaluar el impacto de un determinado comportamiento sobre la capacidad del planeta de renovar los recursos naturales que necesitamos para vivir, la huella de carbono se utiliza para conocer la contribución de gases de efecto invernadero, calculado en toneladas de dióxido de carbono.
¿Para qué sirve calcular la huella ecológica?
Como hemos mencionado, calcular la huella ecológica nos ayuda a conocer la presión que estamos ejerciendo sobre el planeta o sobre un entorno determinado. No es una medida exacta, es algo sabido, pero resulta muy útil para tomar medidas y corregir despilfarros a distintos niveles.
El principal objetivo de la huella ecológica es resultar práctica para conocer el grado de sustentabilidad de los recursos del planeta ante una determinada decisión o forma de actuar específico.
Sin embargo, el cálculo de la huella ecológica es complejo, pues intervienen factores que no siempre se pueden cuantificar, con lo que el concepto en ocasiones resulta problemático y ha sido criticado. Entre otras razones, porque hay algunos impactos que no se reflejan en el cómputo.
Aún así, como indicador de sostenibilidad resulta útil si el objetivo es ir reduciéndola. Sin embargo, si de lo que se trata es de realizar mediciones sin venir acompañadas de medidas tendentes a la sostenibilidad, a largo plazo los resultados pueden ser mucho más perjuidiciales para el entorno de lo que la huella ecológica advierte.
Desde un enfoque global, cumple una importante labor de concienciación, ayudándonos a entender el despilfarro de recursos al que sometemos al planeta. El “Informe sobre el Planeta Vivo 2000” de la WWF nos recordaba que la Tierra tiene unos 126 millones de kilómetros cuadrados de superficie bioproductiva.
El conjunto de todos ellos, el 25 por ciento de la superficie total, representa la biocapacidad del planeta. Es decir, su gran mayoría , otros 75 por ciento de la Tierra son áreas de escasa o nula bioproductividad, entre otros desiertos, océanos a distancias abisales o alta montaña. Es decir, solo tenemos una salida y es conservar la bioproductividad del espacio que todavía lo es.
De lo contrario, de forma irremediable nos vamos acercando a los límites naturales de la biocapacidad de la Tierra. E ir disminuyendo la biodproductividad significa tener cada vez más dificultades para cubrir las necesidades de la humanidad.
En cuanto a nosotros como individuos, si nos preguntamos qué podemos hacer por el medio ambiente, quizá sea el momento de calcular nuestra huella ecológica. Se trata, como indica el título del post, de un indicador de sostenibilidad que resulta orientativo a la hora de plantearnos mejoras y de ir controlando el resultado.
Cómo se reduce la huella ecológica
A nivel personal, reducir la huella ecológica supone cambiar nuestra forma de vida en algunos aspectos. No son transformaciones drásticas o, al menos, pueden no serlo si simplemente queremos reducirla en algunos aspectos, idealmente los que más contribuyen.
A la hora de reducirla conseguiremos hacer la diferencia comiendo menos carne, sobre todo carnes rojas, que podemos sustituir por carne de ave, pescado o vegetales ricos en proteínas.
El consumo local, utilizar bombillas de bajo consumo, no abusar de la calefacción, ducharse en lugar de bañarse, evitar el consumo vampiro de electricidad o, por ejemplo, apostar por el transporte sostenible son otra manera de reducir la huella ecológica y, de paso, también la huella de carbono.
Más ideas: evitar tomar el avión si no es necesario, secar la ropa al aire libre en lugar de usar la secadora, no tirar comida, evitar envases o, pongamos por caso, llenar la lavadora al máximo y elegir la temperatura más baja posible.
Si bien todo avance es un objetivo superado, la meta final de cada persona o comunidad debería ser una huella ecológica neutra. De este modo, los recursos que se utilizan pueden reponerse y, por lo tanto, solo así podremos hablar de sostenibilidad. Una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.
ESCRITO POR ANA ISAN